jueves, 22 de octubre de 2009

El gran día

Hubo que esperar, pero mereció la pena. El domingo fue el gran día. El día de la conexión, el reencuentro o como queramos llamarle. La familia de Brasil lo ha calificado como un "día histórico" y la familia de Vigo utiliza las mismas palabras para definirlo. Desde el domingo, mi abuelo está pletórico, en una nube y sin creérselo todavía. Para que el impacto fuese menor, antes de la conexión le entregamos objetos relacionados con Brasil (una maraca, una playa, supuestamente Copacabana, realizada en plastilina...) y un libro en el que le habíamos incluido fotos de su hermano y de sus hijos (hacía 60 años que no lo veía, ni siquiera por fotos). No se podía creer lo que estaba viendo. Repetía: "Es mi hermano de Brasil". Le entregamos los e-mails que previamente nos habíamos intercambiado y enseguida reconoció que se trataba de su familia del otro lado del charco. Imaginaos la emoción. Hubo a quien se le cayó una lagrimilla y a quien se le cayeron incluso dos o más. Poco después preparamos la conexión. La hora prevista era las 18:30 de aquí. Pero, como en toda buena tecnología española que se precie, la conexión a internet no iba demasiado bien en la aldea. Conectamos al ordenador un cañón, de forma que toda la familia pudiese ver desde el salón lo que estaba pasando, ya que el portátil lo tuvimos que instalar en el balcón para que movistar, que nunca funciona cuando se le necesita, se pusiese en marcha. A las 18:30 horas aparece en el ordenador la videollamada desde allí. Primero me puse yo y tras hablar un ratito (imaginaos a toda la familia pendiente de una pantalla gigante), le dije que se pusiese el hermano de mi abuelo para que pudiesen hablar. Mientras, el protagonista, mi abuelo, permanecía fuera del salón, dando vueltas sin saber qué estaba pasando allí dentro. Finalmente, tras varios problemas con la conexión, le hicimos pasar. Lo sentamos delante del ordenador y allí apareció su hermano. Probablemente será un momento que nunca se olvide. Los dos estaban más que sorprendidos por verse allí, después de 60 años. El hermano de mi abuelo quería saber qué había pasado con la casa en la que nació, con la aldea... Los nervios provocaron que mi abuelo respondiese que "en la aldea se murieron todos", con la carcajada general de mi familia, que apuntaba "sí, claro, hubo un holocausto", o "sí, hubo una epidemia y sólo quedamos nosotros"... Evidentemente, se refería a que toda la gente que más o menos conocían de su época se fue muriendo. Tras un rato hablando, e insisto con muchos problemas de conexión, anocheció y decidieron que al llegar a Vigo continuarían la conversación por teléfono. Y así fue. Estuvieron un largo rato poniéndose al día por teléfono, desde ese moemnto, mi abuelo no hace más que leer y releer los e-mails y recrearse en las fotos, tratando de identificar quién es quién, ya que son multitud de datos genealógicos de golpe. Aún hoy me pregunta que cómo es posible que se pudiesen comunicar y verse a través de una pantalla de ordenador y que cómo nos han enviado las fotos. La familia de Brasil quiere repetir la conexión para solventar todos los problemas que tuvimos el domingo y poder vernos a todos. Me han dicho que están emocionados y felices. Yo creo que no es para menos, la verdad, al menos nosotros estamos igual.

1 comentario:

  1. Hola guapísima, pero que historia tan bonita!!! Esto es lo maravilloso de las nuevas tecnologías,cuando sirven como herramientas para conseguir gracias a sus bits momentos tan especiales y únicos. ¡Vaya regalo de cumpleaños!

    Bicos barceloninos de macguiveriña

    Yo también tengo un blog, el tuyo lo descubrí por Mery:

    www.elparamonaranja.blogspot.com

    Me iré pasando por Laura's closet :D

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